Un paso más hacia la reconciliación.
No es fácil en nuestra sociedad que dialoguemos sin imponer
nuestros criterios, sin atrincherarnos
en nuestras posiciones , abriéndonos a la opinión del otro, dejándonos
interpelar y llegando a consensos y a pequeños
acuerdos.
No es fácil, pero se puede.
En el Aula Social Autonomía Indautxu, sesenta y ocho personas de
ideologías y condiciones muy variadas, hemos intentado vivir y participar en
esta experiencia y quisiéramos compartir nuestras conclusiones con el resto de
a comunidad cristiana y con la sociedad en general.
En primer lugar queremos subrayar una idea básica en este proceso, la
dignidad de la persona humana, en especial de todas los que han sufrido en
estos años. Todas las víctimas necesitan ser escuchadas, reparar en la medida
de lo posible su sufrimiento, reconocer el daño que se les ha causado y, sobre todo, devolverles su
dignidad.
Por todo ello todos necesitamos
hacer autocrítica, recomponer nuestras
conciencias y abrirnos con empatía a la realidad del otro sin rencor ni resentimiento.
Necesitamos tiempo, algunas heridas son muy profundas, y sobre todo voluntad sincera de sumarnos a este camino de reconciliación,
cada uno desde nuestra historia
personal.
El reconocimiento del error y el daño, el arrepentimiento sincero personal
y colectivo y el perdón liberador y profundo deben ser eslabones clave en este recorrido ya
iniciado por algunas personas, testimonios vivos ya en camino.
Para apoyar estos cambios debemos impulsar la autenticidad del relato de
lo sucedido, de una memoria histórica lo más objetiva posible, sin manipulaciones partidistas y
malintencionadas, definiendo responsabilidades y en continua búsqueda de la verdad, exigiendo
justicia incluso a la propia justicia.
Basados en este suelo ético, desterrada cualquier opción violenta,
podemos edificar una convivencia basada
en la pluralidad-hay muchas maneras legítimas de ser vasco - ,en la
solidaridad-sobre todo con los más desfavorecidos y con los que más sufren- y
en la búsqueda de amplios consensos
sociales y políticos no excluyentes.
Como
miembros de la iglesia de Bizkaia nos sentimos directamente llamados a trabajar
por la paz y la reconciliación.
Nuestra iglesia tendría que ser escuela de aceptación del diferente
,evangelizadora de nuestras identidades e ideologías y creadora de espacios de reconciliación.
Dios al reconciliarnos nos hace reconciliadores, animadores del encuentro, de la escucha ,del
arrepentimiento y del perdón. En nuestros grupos y comunidades debemos realizar
una apuesta valiente y decidida que posibilite la autocrítica de nuestras actitudes,
acciones y omisiones ,el impulso
de una lectura creyente de la realidad del momento, la revisión de los procesos de iniciación cristiana y la
cercanía al sufriente y al arrepentido .
Como las pequeñas semillas o las pinceladas
reparadoras en un lienzo deteriorado estas ideas, estos gestos y estos
compromisos estamos convencidos que tendrán
su fruto, un paisaje restaurado y
luminoso que nos muestre la senda de la paz y de la reconciliación. Un paso más.
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